Pauleesi
El la
visitó desde aquella tierra seca donde abunda el sol. Para eso, recorrió norte y sur hasta llegar a
destino.
Estando
juntos, el viento tan característico de la pequeña ciudad de Lebu sonaba para
ellos como la mejor canción, ésta parecía susurrarles dulces palabras de amor y
se movía a su alrededor haciéndolos temblar.
En la
oscuridad y frialdad de la caverna al lado de la playa, él se detuvo, agarró su
mano con fuerza y se puso frente a ella. Aún en medio del negro profundo que invocaba
el túnel en que se encontraban, su mirada caló tan hondo en ella que un
escalofrío la recorrió de pies a cabeza. En aquel momento, ya no sentía la fría
brisa marina sólo le bastaba el calor de su mirada.
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