Aleinad
Cuando estoy triste salgo a caminar por Lebu, a patear adoquines
para despejarme. Pero siempre de casualidad, tropiezo con la misma piedra,
marco el mismo número y contesta el mismo amigo…
Llego a la misma plaza donde nos citamos. La tristeza termina
disipándose tras un nuevo beso a la luz del mismo farol.
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