Siberiana
Intenté sacarme
las gafas pero las patillas se habían fundido en mis sienes.
Quise
desabrochar la camisa, mas los botones estaban bajo la piel.
Los zapatos
formaban una sola pieza con mis pies y el pantalón se cubría de vello.
Las manecillas
del reloj pulsera se desplazaban bajo las venas.
Los cabellos
rebeldes, desordenados por el viento de Lebu, sojuzgaban al sombrero de fieltro.
La cruz de
plata, con la imagen de Cristo, latía dentro del corazón, a su ritmo.
Las gotas que
teñían la alfombra de rojo me recordaron el cuchillo que llevaba calzado en mi cinturón.
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