sábado, 16 de noviembre de 2013

136 ADIÓS, PATRÓN

Erik el Rojo

Recostado sobre su navío, de 190 centímetros de eslora, 63 de manga y 55 de calado, el único tripulante de la misma, Juan Inercia, hombre de la mar y por tanto marinero, como le gustaba aclarar a quién le preguntaba sobre su ocupación u oficio. Aguardaba pleamar desde su puerto base de Lebu, para salir a faenar. Ochenta y tres años a las espaldas, sesenta y cinco de ellos ininterrumpidos afanados a la cubierta de un barco, tras el palometón y el tamborete, y cuando las paradas biológicas obligaban, se dedicaba a enmendar los aparejos de pesca. Sus compañeros de salitre, se disponían a despedir a su patrón previo cumplimiento de su última voluntad, la botadura de la embarcación con una botella de Chicha. Su último jefe de máquinas, tuvo el honor de romper contra el ataúd la botella, despidiéndose del patrón,

-          Adiós, patrón.

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