Angélica Adriana
Ven,
acércate a mi ventana amiga mía, he dejado un poco de mi comida para ti; déjame
observarte una vez más y hazme compañía al menos desde el cristal para no pasar
la soledad encerrada en este cuarto. Hoy hace mucho frio afuera, no podre
dejarte entrar, lo siento, porque mi corazón ya no tiene fuerzas y mi
respiración me falla. Mi querida amiga Paloma, ¡que hermosas son tus alas!,
quisiera tener unas como tu y volar libremente para ver de nuevo el cielo,
sentir de nuevo el aire y oler de nuevo el perfume de las flores que no puedo
sentir aquí, detrás de la ventana. ¿Cómo? ¿Qué dices? ¿Me enseñarás a volar?
entonces llévame contigo, déjame extender mis alas como lo hace mi amada Lebu…
¡Vuelo! ¡Vuelo! ya siento la brisa en mis cabellos, espérame Paloma que ya veo
las nubes y estoy alcanzando el firmamento.
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