martes, 12 de noviembre de 2013

101 JUBILADO

Rodolfo Catalán

La borrasca del atardecer barría el suelo de la Plaza de Lebu y a él ya no le importaba alimentar a las palomas. Sentía unas ganas enormes de irse de una buena vez con el viento y sonar más fuerte que la Piedra del Bramido del Toro.

Su deseo fue escuchado, porque ya no lo hemos visto sentado en la pileta junto al Niño Pez. Sólo lo sentimos cuando nos vuela las migajas que sacamos del pan duro que nos queda. 

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