L. Boga
Una
chica araucana caminaba por la playa llevando
su canasta de pescado. Llegó a la antigua caverna donde se celebraba
aquel festival de cine. Desde niña soñó con ser actriz. Entró a la
caverna, dejó vagar su imaginación. Sintiéndose bailarina comenzó a danzar al ritmo de un
imaginario trompe al son de la melodía que alguna vez interpretó su abuelo. Girando, girando, de pronto tropezó con algo sólido
que estaba semienterrado en las blancas arenas. Era un hermoso cáliz de oro. ¡El Tesoro de Benavides, Leyenda de
Lebu! Muy emocionada, metió el cáliz en
la sesta y corrió hasta su casa. Se tumbó en la cama abrazando aquel objeto, e
imaginando qué compraría cuando pudiera venderlo se quedó dormida. Soñó con hermosos vestidos
de seda, zapatos de grandes tacones, dulces y bombones... flores para la tumba
de su abuelo…
—Hija,
despierta. ¡Ay! otra vez dormida
abrazando el viejo retrato del abuelo…
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