viernes, 8 de noviembre de 2013

84 NO ERA ÉL

Escritor 1

Un amigo mío tenía la manía de hablar sin poder parar de hacerlo. Me hacía recordar a otra persona que tenía el antojo de comentar sus ocurrencias hasta llevar al máximo de violencia a sus amigos.
En una excursión junto a un río, mientras escalaban una montaña, el más moderado del grupo le tiró su martillo desde lo alto y dio justo en el centro de su cabezota. El hombre cayó seco. Pero hablaba tanto que esa voz del demonio continuó escuchándose en el eco de toda Lebu. Ni los ruidos de las piedras cayendo al precipicio pudieron hacer que esa voz se llamara al silencio.

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