Sagar
Carmela—gritó su mamá—ese diccionario no es suficiente para convertirte
en la futura presidenta…
–Pero mamá, me hubiera gustado ir a la escuela como todas en este lugar…
¿Acaso vivimos en un país ignorante?
–Nada de mamá, huevona. ¿Qué sabes de lo que hiciste?—siguió su
mamá.
Carmela no sabía cómo llamar a aquel toque de labios de Eva que se
apoderó de ella.
–Este es un país de mierda, no se educa a nadie sino a pocos con
derecho, nada es gratuito acá en Lebu, ni en otro lugar—dijo su mamá.
–No todas somos reinas hija, eres una mujer sólo para hombre—siguió su
mamá.
Carmela se calló, bajó sus ojos con lágrimas analfabetas y tiró el
diccionario en la basura.
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