sábado, 9 de noviembre de 2013

87 EVA

Adallinger

La primera vez que desperté en Lebu fue en casa de Eva. Conocí a Eva en Santiago, siempre me habló de lo maravilloso que era el atardecer en la playa de Lebu; nunca le presté atención sólo miraba y me perdía en sus ojos, como si sus palabras no importaran. En realidad no importaban, en realidad yo no sé que hacía en Santiago y tampoco imaginaba que iría a Lebu.
Hace dos años que viajé por primera vez a Lebu, ésta es mi segunda vez. Eva desapareció de mi vida, probablemente también de Lebu, pero no es así con la playa, ella sigue aquí. Lebu no me dejará y no me olvidará como Eva lo hizo.
Hoy dejaré la playa de Lebu, no la olvidaré como tampoco olvidaré las cavernas de Benavides. Lo que quiero es olvidar esos ojos y esa sonrisa, esa piel y esa voz, olvidar a Eva.


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