Viajero Solitario
Caminaba
por la senda, en camino hacia la ciudad de Lebu, y la noche se acercaba
vertiginosamente, la verdad no conocía muy bien el camino pues la aventura era
mi guía y la pasión por recorrer nuevos caminos mi compañera. La noche pinto el
cielo rápidamente, con escarcha de estrellas que palpitaban suavemente en el
firmamento, cuando el silencio fue roto por un bramido, que me causo un gran
susto. Seguí la procedencia del sonido para ver a la bestia y a cada paso dado
el bramido se fortalecía, mi corazón latía como de un tambor de guerra y al
acércame más me di cuenta que tal bravo bramido era sonido del viento que
atravesaba la montaña, y solo atine a sentarme muy cerca a la entrada, ¡dome a
un toro de piedra! Exclame mientras miraba la belleza a su alrededor con una
sonrisa.
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