Anémona
Iba manejando
despacio, buscando un sitio para estacionar cuando la vio. La reconoció por su
forma de caminar y el color de su cabello. Ella se detuvo sorprendida cuando oyó
que la llamaban por su nombre. Miró a su
alrededor, vio un auto que detenía su
marcha y escuchó que la nombraban otra vez. Entonces se acercó y al verlo, su
historia común se hizo presente.
Un saludo
formal, - ¿cómo estás?, pero al mirarse los recuerdos afloraron.
Hablaron poco,
no hubo promesas de un próximo encuentro y sin embargo los dos sintieron que el
pasado que compartieron en la ciudad de Lebu revivía en ese breve momento.
Él le dijo: - no te he olvidado…
Ella murmuró al
despedirse: - pero de eso hace mucho tiempo…, como si con estas palabras pudiera
justificar su ausencia. Y entonces, vio que el auto se alejaba lentamente.
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