sábado, 16 de noviembre de 2013

146 EL ABRAZO

Antonio Paz

Como nunca el avión despegó a tiempo. Los dos permanecían silenciosos en asientos contiguos, palpando por separado los contornos del desenlace que ambos presentían inevitable. El rascaba sus manos a causa de una ansiedad largamente arrullada en intentos de desencanto que terminaron por eclipsar el brillo de su esperanza amarilla en un reguero de años marchitos. Ella dejó escapar su mirada por la  ventanilla, condensándola en las nubes tristes que abandonaron. En la primera escala, el aeropuerto de Iquique los sorprendió llorando en el último abrazo de amor. Ella desembarcaría allí con sus nueve años de edad donde la esperaba su padre. Su abuelo, en cambio, que se quedó sentado y aferrado a su gargantilla con la imagen en colores carbón de la virgen de Boca Lebu que llevó colgada desde su nacimiento, continuaría vuelo hasta Santiago donde lo esperaban su hija, el pabellón quirúrgico, un oncólogo y su pronóstico devastador.

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