domingo, 10 de noviembre de 2013

95 LA CONDENA DEL CRIMEN PERFECTO

Sofía Tissot

Ese verano después del colegio, poco después de año nuevo, quizás motivado por su futuro como periodista, Enrique dispuso del cadáver de Catalina con eficiencia. En la Caverna Benavides lo trozó en veintiún partes de semejante tamaño, los envolvió con piedras en tela para sacos y pasó el mes de enero repartiendo los restos entre el río y el mar. Le fue sencillo compatibilizar estas actividades con la búsqueda de una pensión universitaria. Pasó los próximos cinco años atento a la crónica policial, se especializó con naturalidad llegando a escribir su tesis al respecto. Cuando aún estudiaba, conformó la planta fija de crónica roja en un periódico de circulación nacional. En sus tiempos libres redactó su investigación: “Retrato del Carnicero de Lebú”, a la espera de la aparición de los restos. Hoy lamenta el homicidio, fue demasiado eficiente desapareciendo el cuerpo. Así quedó su fama anclada en el fondo del mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario