El Jorobado de los Libros
No pretendo engañar a
nadie. No conozco nada de Lebu, y no sé si alguna vez las plantas de mis pies
entrarán en contacto con su superficie. Para los de acá, buscar esa palabra en
un mapa supone deslizar la mente hasta el confín del mundo. Contemplar sus
parajes a través de una pantalla, ahondar en tierras lejanas pero tan
fácilmente reconocibles en cada esquina de nuestro estrecho mundo. Sobran rutas
turísticas, información cultural o ubicación geográfica. Tan solo pretendo
sentir Lebu, sentir cómo de la fundición de cada uno de los rincones de la
Tierra se forja la más hermosa llave jamás concebida. Una llave con forma de
diminuto planeta y con espíritu de maestra: abre todas las puertas de la
Imaginación. Y me encojo ante la enormidad de Ésta. El riesgo de perderse es
alto. La ilusión por no regresar jamás, infinita.
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