sábado, 16 de noviembre de 2013

135 MIEDO

Sin Rostro

Era una tarde fresca de invierno, caminé decidido sobre las hojas marchitas del parque. Ella estaba sentada en nuestra banca, con la mirada perdida, como siempre, viajando en su universo desconocido.
-Llegas temprano- le dije.
-Al tiempo le gusta jugar conmigo- me respondió alegre.
 La sentí  tan cerca que con tan solo estirar el brazo podía ser mía, pero aún había un vacio entre nosotros.  El miedo de caer detuvo mi intención.  Me conforme con sentarme a su lado, el silencio nos cobijó por unos minutos.
-Me regreso a Lebu- dijo súbitamente.
-¿Por qué?  Pensé que eras feliz aquí… conmigo- contesté alterado.
-Aquí todo se congela, necesito calor. El mar me llama, me extraña- dijo sonriendo y se fue nadando olas imaginarias.

La distancia mental se volvió real. Regresó a su mundo de sirena. Yo sigo ahogándome en ella.

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