Cedrón
Cuando
eligió el hotel en Lebu lo hizo por estar muy cerca del mar. Para Angélica era una buena elección. Nuevamente pensó en
ella y recordó el accidente de hace un año. Angélica se había ido
irremediablemente. Estaba de nuevo en la misma ruta, muy cansado y sin ganas de
continuar manejando, y también viviendo. Lebu debía estar bastante cerca.
Cuando disminuyó la marcha la vio del lado del acompañante. Era imposible que alguien subiera al
vehículo sin haberse detenido en algún momento. No podía ser Angélica porque
estaba muerta. Hubiese preferido no tenerla ahora a su lado. No se atrevía a
mirarla. El camión que iba adelante se cambió de carril en el preciso momento en el que giraba el
rostro para verla.
Los
encontraron al amanecer, muy juntos, sobre la hierba. Era el mismo lugar del
accidente anterior, con la ciudad cerca,
muy cerca.
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