Viajero Solitario
Y
mirándonos a los ojos, con una
conversación en silencio, tomé su mano con suavidad y acercándome más a ella,
podía escuchar sus latidos acelerarse y como sus labios temblaban suavemente
como los pétalos de una rosa que fluye en el viento, bajó su mirada tímidamente
y con mis dedos, levanté suavemente su mentón, ella me miró con sus tiernos ojos
y con una voz muy suavecita me dijo casi en murmullo que no la dejara jamás, yo
la abracé y le dije al oído que jamás me iré y con un beso sellamos ese mutuo
acuerdo entre los dos. Nunca más volví al mirador Cerro la Cruz de Lebu, nunca
más volví a ver los bellos parajes naturales, nunca más la volví a ver a ella,
pues rompí como un cristal aquella tierna promesa de amor por un sueño que
jamás soñé.
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