martes, 27 de febrero de 2018

071.- NOSTALGIA MARINA


Un mar de gente comienza a inundar la babilónica capital. Es de madrugada, las embarcaciones con su carga marina deben estar llegando a la costa en un vaivén de aguas destellantes. Afuera, una suave llovizna moja los cristales de la micro, el húmedo olor se cuela por las ventanas descuadradas del cetáceo de metal. Cierra los ojos, y por un instante siente el bamboleo, la brisa en la cara y el rugir de las olas. Es Lebu, que la saluda en la distancia, en esa mañana gris de Santiago.
Cuca

070.- ALZAHAIMER EN LEBU


Sin que alguno lo note, por las noches, el Toro se levanta de su lecho de rocas y mar. Errante y molesto sale a buscar a Benavides para cobrarle su tesoro. Vicente lo calma y pone un par de películas hasta que el toro olvida a lo que fue.  De vuelta camina por la ciudad perdido, desconociendo las luces que van alumbrando su lomo. Con la vista cansada logra llegar a su piedra para descansar otra vez. Ya no le preocupa el cuidado de las doncellas, se dio cuenta que aprendieron a cuidarse solas, aunque sigue bramando para que alguien le lleve un vaso de vino antes de dormir. Todavía nadie lo atiende.  
El Ají Verde

lunes, 26 de febrero de 2018

069.- EL ENIGMA DE MARTINA

Martina tiene pocos años, ella dice que tantos desde el día que nació, quién sabe si esa es la verdad. A ella, su abuelo le regaló un caniche Toy, en agradecimiento le puso de nombre Lebu en homenaje al pueblo donde nació él.

Al perro se le cae el pelo, a ella también, el perro ladra, ella también, el perro trastabilla, ella se cae. Son el uno para el otro. Un día a Lebu lo secuestran, ella llora noche y día y de repente disca en el teléfono el único número que conoce y pregunta: ¿Lebu cómo estás? Muy lejos de allí, Lebu responde: ¡Acá estoy!
El Tiburón

068.- EL TESORO QUE ESPERA


El viento arreciaba y yo escuchaba a lo lejos el bramido del toro furioso que aguardaba siempre en la entrada.
Benavides nos gruñía desde el frente:
-¡Traigan todo!, ¡No se nos puede quedar nada!
Con las bolsas llenas y los cajones a más no poder, de oro, plata, miedo y otras inmundicias.
El miedo y el recuerdo de mi meñique triturado por aquel hombre que gritaba, me empujaba y no daba tregua. Pero el odio también me crecía como el humo de las carabinas.
Le dije a Hilario:
-¡Deja la tuya detrás de esa piedra, y lleva ésta otra!
La mirada turbada del indígena me hizo dudar de la confianza que me tenía. Pero accedió.
Era fácil, en aquella algarabía nadie lo notaría. Lo hacía más por orgullo que por necesidad.  A la vuelta seria nuestro el pequeño motín.
No contaba yo con lo corta que es la vida y las balas en mi pecho.
Ricardo C.

domingo, 25 de febrero de 2018

067.- LEBU

Había una vez un niño que se llamaba Claudio, y ese niño era un niño explorador, le gustaba viajar  y un día salió de su casa con sus amigos a jugar a lanzar piedras, y un día se adentraron en el bosque porque querían ver si podían cazar algún animal, y cuando estaban adentrados en el bosque comenzaron a explorar un camino que nunca habían explorado y llegaron a una montaña y cuando la cruzaron se encontraron con una nueva ciudad que nadie había visto pero era una ciudad con una hermosa costa la cual ahora es una hermosa ciudad para visitar. 

Papá de Mono Negro

jueves, 22 de febrero de 2018

066.- ENCUENTRO

En esos momentos vive plenamente. Mientras deviene payaso, avanza hacia la felicidad, hacia  las risas, hacia los colores que el gris, que le recuerda el carbón de antaño, se empeña en eliminar de su corazón.
En el cementerio de Lebu se encuentran diariamente. Ha descubierto en ese espacio  de silencios, la plenitud de la vida. En él,  las almas celebran las visitas y las flores, y se regocijan en un mundo sin muerte.
Junto a su sepulcro, él la siente tan viva como el pasto que allí crece. Ha retirado la losa gris, porque ella necesita el cielo, el sol y el aire de Lebu, su pueblo.  Es su mano etérea la que lo guía mientras se viste de colorines y transforma su rostro. Su presencia acompaña su torrente de recuerdos.

Luego vuelve al sepulcro de su casa, para morir con la apariencia del hombre sin color que espera el renacer del mañana.
Verando 

miércoles, 21 de febrero de 2018

065.- EL NOMBRE DEL VIENTO


Esa noche recorrí la ciudad cuyo nombre llevo con propiedad, como la vista urbana del lugar que es un recuerdo para nunca olvidar. Las risas y la alegría de una cueca singular, me hicieron recordar, lo calurosa y generosa que es la gente de esta ciudad. Tímidamente me acerqué al cementerio, donde mis antepasados visité. Cerca cruzaba un río por el cual sobrevolé, andado y andado con el mar me tropecé, inmenso y gigante como el faro en que soñé. Desde allí veía un muelle y a su gente curiosear, la misteriosa caverna que desde la playa se accede a visitar. Quien soy preguntó un minero, que soy un joven pequeño, no soy más que el sereno, tan solo soy el simple viento que recorre los senderos. Y si mi nombre quieres saber, solo debes releer.
¡LarArt!

064.- EL MÁSTIL DE ODISEO


Ella miro el faro. A lo lejos, las primeras luces naranjas empezaban a subir.
—¿Y entonces? —pregunté. La mirada siempre puesta en el mar.
—No hay nada. Entonces no hay nada.
Ella me dio un beso en la mejilla.
Las luces naranjas estaban brillando en el cielo. El sol huyó dentro de una nube.
Contuve la necesidad de parpadear, tenía miedo de que ella fuera a desaparecer en un respiro. Pensé que tenía razón entonces —todavía lo pienso—: no había nada, nunca hubo nada; una mera ilusión.
Caminó hacia las débiles olas que se formaban en el agua, y se fue.
Esa fue la última vez que visité la ciudad.
Alejo Pavía.

martes, 20 de febrero de 2018

063.- DURANTE LA NOCHE, TODOS SOMOS SUICIDAS


La noche luce más oscura de lo normal, y Lebu a sus espaldas es como un fantasma enorme, sereno y expectante. La briza que proviene del mar es cálida como el fogón de la casa. Sus pies descalzos se hunden en la arena con cada paso, y el trago amargo pronto a beber, cierra su garganta con un lazo invisible. Un miedo primitivo se apodera de su cuerpo, la impulsa a retroceder, pero ella lo arranca como raíz podrida de suelo fértil. Es consciente del baile de su vestido, del viento que se cuela por debajo y acaricia el interior de sus muslos. De sus senos firmes bajo el brasier, y de la mochila llena de rocas que descansa sobre su espalda. Cuando el agua acaricia sus pies, no hay duda en su corazón, ni en su andar. Al tercer canto de un ave nocturna, solo sus cabellos se esparcen sobre la superficie del mar.


Beyond the Matrix

lunes, 19 de febrero de 2018

062.- BITÁCORA DE VUELO


¡Lo encontré! Estoy seguro. Tal cual mi antepasado lo describió en su cuaderno de viaje... cuando veas las casas descendiendo por las verdes y rocosas laderas hacia el cálido regazo de arenas blancas... Las cavernas socavadas por el río “Leufu”... a mis hermanas gaviotas revoloteando el diáfano oleaje esperando que los restos de mar que van a morir sobre la playa dejen el tan apreciado bocado... Entenderás porque sobrevolando la geografía de este paisaje descubrí que soñar era posible... Pero... No te detengas aún... Vuela más alto... Hasta sentir que la brisa se transforma en salada caricia... Hasta cuando al mirar hacia atrás las embarcaciones se vuelvan un punto sobre el lecho del río... Hasta que el viento transforme en canción las huellas que los Pirqueros plasmaron en los cerros... cuando puedas sentir todo esto en tu piel sabrás que estás en la antesala del paraíso. Entonces, Lebu te hará libre... serás mi discípulo.
Juan Salvador III

viernes, 16 de febrero de 2018

061.- NÁUFRAGO EMIGRANTE


Desperté entonces en aquella playa desconcertado y desesperado, con la garganta seca y la piel reseca por la sal en la brisa, no había más que montañas y grandes rocas a mí alrededor, intenté dar unos pasos pero mí cansado cuerpo no lo permitía.
No recordaba donde estaba, no sabía cómo había llegado hasta allí, sentí miedo, frío, pensé en llorar, pero no era una opción. El mar me había arrastrado hasta un nuevo lugar, hasta unas tierras desconocidas, me puse en pie como pude y cerré los ojos. No sabía con qué iba a toparme, no sabía por dónde empezar, por un segundo me perdí con el sonido de las olas del mar, hasta que oí unos pasos desandar, una voz amistosa singular al oído hizo cantar: “Bienvenido a Lebu, bienvenido a esta ahora tu ciudad”.
¡LarArt!

060.- EL TESORO DE BENAVIDES


Por muchos años de buscar respuestas al pasado de estas tierras, eso que conocemos como corazón y pies me guiaron hasta la Caverna Benavides, quizá era cierta la traición de aquel Caudillo que para muchos solo fue un bandido, quizá no tuvo más opción ante los pensamientos y sentimientos de aquel momento de la historia. La caverna desolada y olvidada frente aquel imponente mar, fría y a la vez cálida, inmensa pero pequeña al mismo tiempo, albergaba bajo la tosca arena un cofre, dentro una nota:
“…Me marcho de esta mi Patria Chile, de mi Leubu del alma, con las manos atadas y el corazón destrozado, no fue más entonces que la sed de la venganza lo que traiciona la mente de un hombre, condenado voy José María Zapata, desterrado voy mi Leubu, he aquí mi tesoro más grande, he aquí mis últimas palabras…”  Vicente Benavides Llanos.
¡LarArt!

miércoles, 14 de febrero de 2018

059 INOLVIDABLE AMANECER


Alan acérrimo viajero y columnista del New York Times, se levantó muy pronto para capturar el amanecer de Lebu, desde el punto más álgido de la ciudad. Una ciudad aún dormida y callada, que en breves minutos empezaría la vorágine de los más madrugadores hacía sus trabajos, los ruidos, las calles transitadas…
 Alan, bien sabía que era casi imposible transmitir esa belleza a través de las fotografías o de las palabras. Aun así, intentaría dejar a sus lectores con la miel en la boca y con las ganas de viajar hasta allí. Con su cámara profesional en mano, sacó varias miles de fotos en un minuto, pero dejo de fotografiar para apreciar los primeros rayos de un colorido amanecer. Ese amanecer, donde la luz le trasportaba a los recuerdos de una olvidada niñez, ya pasada y llena de alegría; los mejores momentos de su nómada vida, en la cual no había maldad ni tristeza alguna.
Nat

058.- EN EL PUNTO DE MIRA


Aquel caluroso día de verano, el láser de gran alcance había penetrado en el subsuelo de la ciudad de Lebu, en busca de asentamientos indios o indicios de otras culturas milenarias que habitaron en ese lugar. Muy pocos conocían la existencia de la tecnología LiDar, pero Román y Zoilo estaban seguros de que grandes tesoros se ocultaban bajo esa tierra llena de historia, cultura y personajes tan ilustres como, Gonzalo Rojas y Gabriela Pizarro. Una tierra rica por el apogeo de las minas de carbón. Los resultados no habían llegado y la imaginación de muchos de ellos, había empezado a volar en pos de algún descubrimiento importante del siglo XXI o en aras, de poner en el epicentro a su querida Lebu. Todo era plausible, pero la incertidumbre también les pesaba cada día. De repente, la noticia de la investigación llevada a cabo fue extendiéndose rápidamente, y la gente comenzó a hacer sus propias cábalas.
Nat

martes, 13 de febrero de 2018

057.- ¡TIENE QUE SER AHORA!

Todos miraban de lejos el bote vacío, ¿sería una trampa?  Ya pasaban las seis horas y no se acercaba nadie.
—Ha sucedido otras veces —decía el de más experiencia. —No podemos confiarnos…
—¡Veo a varios pescadores acercándose a la orilla! —interrumpió uno de los mozalbetes.
—¡Entonces tiene que ser ahora! —dijo el jefe y se lanzó.
Los más jóvenes, muy asustados, lo siguieron. El cardumen de peces debía alcanzar la desembocadura del río, y salir al mar, antes de que los pescadores lebulenses colocaran la red.
Jhusun


056.- ESPERA

Nos miramos los cuatro después de una larga espera en el muelle, y que no podía prolongarse más. La forma y el color de la nube frente a nosotros lo indicaba, también la marea comenzaba a subir, ya todo estaba a punto.
Eran el lugar y la hora acordados. 
Fuimos los elegidos para esperar allí.
—Cuando nos cubra esa nube, traspasaremos el portal de tiempo y sabremos qué pasará con el futuro de Lebu —dijo Manuel.

Jhusun

055.- KOTH

El farero vigilaba las nubes, cuando estas conformaran uno de los signos de Poder, el de Koth, debía avisar para que los robadores de almas se detuvieran, ¡las puertas del cielo comenzarían a cerrarse!
¡Pero las nubes no configuraron el signo! Y los ladrones continuaban avanzando, ¿podrían pasar?
Cada uno regresaba a su místico mundo llevándose un alma humana. El «robo» se repetía tarde tras tarde, y ya estaban casi a punto del total dominio espiritual de los hombres; entonces sí esclavizarían Lebu.
Pero Koth se percató…, ¡y no estaba dispuesto a perder a su gente! Por eso, con las nubes, les tendió una trampa a los robadores.

Jhusun

viernes, 9 de febrero de 2018

054.- CASA

Había una vez un señor llamado Juan el cual ya había viajado por todo el mundo en busca de un lugar en el cual pudiera vivir,el señor había conocido las ciudades más hermosas del mundo pero siempre había algo que no lo terminaba de convencer. Juan buscaba una ciudad con una hermosa playa,hermosas montañas y gente cálida, Juan frustrado por no encontrar su lugar perfecto decidió volver a su lugar de nacimiento, Lebu Chile. En el momento que Juan iba aterrizando era la madrugada y por la ventana se veía una hermosa playa, hermosa ciudad y recordó que el mejor lugar para vivir es en donde nació.


Mono negro.

053.- LA MALDICIÓN DE LEBU

La maldición de Lebu dice que aquel que se atreva a viajar en avión desde Lebu no llegará a su destino… pero eso a Marco no le importó cuando decidió comprar su boleto de avión creyendo que no le pasaría nada pues él no creía en las maldiciones.
Marco compro su boletó a un precio muy barato por obvias razones y se aventuró en lo que sería su último viaje
Llego al aeropuerto muy tranquilo, documento sus maletas, abordó… y no se volvió a saber de él nunca más, el vuelo proveniente de Lebu desapareció por siempre. Lo curioso de esta maldición no solo es que desaparecen, si no que nadie jamás se vuelve a acordar de ellos, pareciera que nunca hubieran existido, ni sus familiares ni sus amigos los recuerdan, continúan sus vidas como si nada

Esta es… La Maldición de Lebu, nunca tomes un vuelo de Lebu.
A.V.

jueves, 8 de febrero de 2018

052.- DESPERTAR


No sé ni cuantos días. Ni cuantas fueron las veces que pérdida en tus inmediaciones, yo me encontré. En ese espacio donde el llanto inunda sus pasillos, el firmamento reconfortante se volvió. En ese espacio en el que dos mundos se encontraban, el del comienzo y el final, el cielo me envolvió. Sentí su fuerza, esa que se vislumbra cuando el alma en su punto más vulnerable se encuentra… En un principio me abatió, me dejo de rodillas, con la respiración agitada. Sentí la tierra en las palmas de mis manos, arenosa y rugosa, y luego la oscuridad incandescente. Encontré luz en ese espacio de tristeza, las pestañas de mis ojos se izaron en busca de su resplandor. Y la vi, esa distancia que nos separa a todos, una fina línea entre la vida, la tierra y la muerte. En ese espacio dedicado a despedir, yo desperté.

Marve

051.- LAS CORTINAS SE MOVÍAN

Desde hacía días el viento no dejaba de mover cosas en la Casa grande.
Pero ya casi nadie podía percibirlo. Después que la policía del tirano entrase en cada sitio de aquella comarca, sólo se escuchaban los ecos de los estertores sofocados por la brutalidad de las bestias. Cuando Corina regresó de su viaje encontró una pandilla de espectros acechando la Casa. Y tenía que agudizar el oído para no ser sorprendida. Temía ser expulsada por las almas que habían sido arrancadas de los cuerpos por la furia de los carceleros de la libertad.
Emilia Blake

050.- LEYENDAS


Mi leyenda por siglos ha pasado, cuidando la playa de las doncellas fielmente y yo nunca tuve problemas con ningún ser que se atrevía a intentar pasar.
Un día, cometí un error fatal, hice que mi cuerpo callera en lo profundo del mar, mi mente y espíritu viven en la cueva donde protejo con el sonido de mis bramidos a las doncellas, espantando a aquellos que no son dignos de pasar. Mi determinación siempre fuerte será porque aunque un error cometí mi espíritu el valor siempre ha de demostrar.
Yo como el espíritu escritor escuché la historia del toro de sus propios labios sabía que tenía que contar no solo al mundo humano sino al mundo espiritual, el valor del ser que se ligó a ese mundo para cumplir su trabajo aún después de la muerte.
Leinad Seyer

049.- LA MAGIA DE LA CIUDAD


Historias, la gente siempre tiene historias, que quien soy yo soy otra historia simplemente, viajo por el mundo recolectando y narrando historias. Viaje hace poco a Lebu donde estuve en una playa, allí me quedé en la noche; donde gente de la cuidad y viajeros se acercaron a mí.
Narré algunas historias, cuando los lugareños me contaron sobre la cueva de toro y el tesoro de Benavides, los viajeros y yo quedamos asombrados por sus historias, también narraron como su ciudad había sido fundada, el carbón que explotaron y muchas narraciones de lo que ocurría a la gente en su ciudad. Cuando ya era hora de despedirse un hombre se me acerca y pregunta:
– ¿Por qué estás tan interesado en escuchar estas historias?
A lo que respondo:
–Mi amigo cada historia tiene su magia y en esta ciudad la magia sale volando.
Leinad Seyer

048.- EL TROTAMUNDOS


Soy un trotamundos, ya he viajado tanto que me he olvidado de dónde vengo, hoy escribo desde Lebu – Chile, la gente es amable caminé en la playa, al comenzar el sonido del mar refresca mis oídos y no puedo evitar detenerme a escuchar lo que el mar tiene que decirme; al llegar al final de la playa observo a lo lejos una cueva; para mi sorpresa una anciana del lugar llega y dice que no me acerque pues el toro no me dejaría pasar, pero mi curiosidad me acerca a la cueva y al dar el primer paso escucho el bramar de un toro a lo que salgo corriendo; al volver le cuento mi historia a la primera persona que encuentro a lo que él me responde de forma burlona:La bestia cuida la Playa de las Doncellas de gente como tú”.
Leinad Seyer

miércoles, 7 de febrero de 2018

047.- ANIVERSARIO y RITUAL


El calor y su inevitable pesadumbre atravesaban los techos y las paredes de las casas de Lebu. Sofocado, inquieto, irritante, el sobrino de Vicente escribía a puño y letra mientras bebía cerveza en la cocina. A oscuras, con las persianas bajas, su lamento no cesaba. Tomó el sombrero de paja y se marchó.
Durante el camino se sintió aturdido por el sol. Al entrar en el cementerio saludó al guardia y compró algunas flores, era cosa de todos los años. Buscó la tumba de su tío y cuando se iba acercando vio que el ataúd estaba fuera de la fosa. Gracias al sepulturero, que siempre se portaba tan amablemente. Abrió la vieja caja de madera y sus ojos grises chocaron contra el rostro descompuesto de Vicente. Puso la carta, o, mejor dicho, el lamento, en el pecho del cadáver y bajó la tapa.
Luego de cubrir la fosa con tierra, dispersó las flores encima.


Caín

martes, 6 de febrero de 2018

046.- ABAJO ME QUEDO


Estoy solo. Nadie puede verme en la caverna, y me enoja. No se por qué. Me encierro y me veo, pero no me entiendo.
Ni siquiera puedo recordar la última vez que lo hice, y ni he vivido tanto. Me entristece ser así, estar así. Me echa para abajo. Y abajo me quedo.
Todo cambia cuando te veo, me sabe distinto, y es como si fuera posible que me veas, que me abras. Me alegro. Me ciego. No te dejo.
Estoy tan encerrado, ni un alma anda en la caverna de Benavides. No puedo salir, y me enoja. Te quiero. Y me desespero.
A.M.M.

045.- DESPERTAR


De alguna forma, había terminado en el piso. La nariz me dolía y la sangre llenó mi boca. Escupí en una baldosa que me era extraña. Observé la habitación que me rodeaba y tampoco la reconocí.
Como la puerta estaba abierta, decidí salir para preguntar en dónde me hallaba, pero no vi a nadie. También intenté llamar a las diferentes casas del vecindario, todas hechas de piedras grises y blancas. Algunas parecían pertenecer a un niño y, otras, a personas con mucho dinero. Pero daba igual su condición económica, su edad o que yo estuviera disfrazado de payaso porque nadie me contestaba siquiera.
Seguí caminando por esas particulares calles bajo la resolana que generaban las nubes grises hasta que me topé con un cartel que gritaba que le prestaran atención. Las letras marcaban con claridad que aquel era el Cementerio Municipal de Lebu.
Júpiter Menfis

044.- UN ESCAPE AL ATARDECER


Era la tercera vez que se fugaba de su casa, ¡se sentía tan abrumada! Y es que –como su abuela solía decir–, la brisa del mar purificaba todo aquello que le molestaba; toda esa rabia acumulada. Ese viento frío que sentía mientras caminaba por el largo muelle tan lleno de recuerdos la confortaba como nada más en el mundo. Además, llegó en el momento perfecto –su favorito, sin duda, del día–: cuando el cielo se tornaba de un naranja intenso y daba la impresión de que el mundo se detenía por un segundo para contemplar tal belleza.
Amelia volteó hacia las pequeñas luces de Lebu, ciudad que había presenciado desde sus primeros pasos hasta aquel primer beso. Sintió un nudo en la garganta al recordar cómo le había gritado a su mamá tan bruscamente y dejado la casa sin advertencia alguna… Se sentía tan culpable. Era hora de regresar y disculparse.
M.C.