Alan
acérrimo viajero y columnista del New York Times, se levantó muy pronto para
capturar el amanecer de Lebu, desde el punto más álgido de la ciudad. Una
ciudad aún dormida y callada, que en breves minutos empezaría la vorágine de
los más madrugadores hacía sus trabajos, los ruidos, las calles transitadas…
Alan, bien sabía que era casi imposible
transmitir esa belleza a través de las fotografías o de las palabras. Aun así,
intentaría dejar a sus lectores con la miel en la boca y con las ganas de
viajar hasta allí. Con su cámara profesional en mano, sacó varias miles de
fotos en un minuto, pero dejo de fotografiar para apreciar los primeros rayos
de un colorido amanecer. Ese amanecer, donde la luz le trasportaba a los
recuerdos de una olvidada niñez, ya pasada y llena de alegría; los mejores
momentos de su nómada vida, en la cual no había maldad ni tristeza alguna.
Nat
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