No sé ni cuantos días. Ni cuantas fueron
las veces que pérdida en tus inmediaciones, yo me encontré. En ese espacio
donde el llanto inunda sus pasillos, el firmamento reconfortante se volvió. En
ese espacio en el que dos mundos se encontraban, el del comienzo y el final, el
cielo me envolvió. Sentí su fuerza, esa que se vislumbra cuando el alma en su
punto más vulnerable se encuentra… En un principio me abatió, me dejo de
rodillas, con la respiración agitada. Sentí la tierra en las palmas de mis
manos, arenosa y rugosa, y luego la oscuridad incandescente. Encontré luz en
ese espacio de tristeza, las pestañas de mis ojos se izaron en busca de su
resplandor. Y la vi, esa distancia que nos separa a todos, una fina línea entre
la vida, la tierra y la muerte. En ese espacio dedicado a despedir, yo
desperté.
Marve
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