El farero vigilaba
las nubes, cuando estas conformaran uno de los signos de Poder, el de
Koth, debía avisar para que los robadores de almas se
detuvieran, ¡las puertas del cielo comenzarían a cerrarse!
¡Pero las nubes no
configuraron el signo! Y los ladrones continuaban avanzando, ¿podrían pasar?
Cada uno regresaba
a su místico mundo llevándose un alma humana. El «robo» se repetía tarde
tras tarde, y ya estaban casi a punto del total dominio espiritual de los
hombres; entonces sí esclavizarían Lebu.
Pero Koth se
percató…, ¡y no estaba dispuesto a perder a su gente! Por eso, con las nubes,
les tendió una trampa a los robadores.
Jhusun
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