Desperté entonces en aquella playa
desconcertado y desesperado, con la garganta seca y la piel reseca por la sal
en la brisa, no había más que montañas y grandes rocas a mí alrededor, intenté
dar unos pasos pero mí cansado cuerpo no lo permitía.
No recordaba donde estaba, no sabía cómo había llegado hasta allí, sentí
miedo, frío, pensé en llorar, pero no era una opción. El mar me había
arrastrado hasta un nuevo lugar, hasta unas tierras desconocidas, me puse en
pie como pude y cerré los ojos. No sabía con qué iba a toparme, no sabía por
dónde empezar, por un segundo me perdí con el sonido de las olas del mar, hasta
que oí unos pasos desandar, una voz amistosa singular al oído hizo cantar:
“Bienvenido a Lebu, bienvenido a esta ahora tu ciudad”.
¡LarArt!
¡Me encanta!
ResponderEliminar