Lena Sodik
Un sábado a la mañana
en la ciudad de Leu, Sebastian no recuerda dónde dejó el control remoto. “Los
recuerdos se escapan con demasiada facilidad”, piensa, y entonces inventa una
biblioteca para la memoria.
A partir de ese día
cada momento vivido por Sebastian es clasificado, etiquetado y archivado. A sus
cincuenta años tiene más de cinco habitaciones repletas de papeles con
recuerdos redactados en letra Times New Roman tamaño cinco para ocupar menos
espacio.
Hasta que una tarde
de viernes, Sebastian descubre que hace meses, quizás años o incluso un lustro,
que sus únicos recuerdos corresponden a sí mismo etiquetando recuerdos. “Los recuerdos se acumulan con demasiada facilidad”
piensa, y entonces vacía la biblioteca.
Los recuerdos caen como papel picado de piñata, y él queda sumido en una
fiesta de melancolía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario