Pauleesi
Eran las 4 de la mañana
y el cansancio lo derribaba. Él estaba dando todo por rendir bien en los
últimos exámenes de la Universidad. La melancolía lo invadía y sus pensamientos
estaban sumergidos en la estrella brillante que apunta al sur, hacia su querida
ciudad de Lebu.
Tomás tuvo que dejar su
hogar con tan sólo 18 años para cumplir con el sueño de ser un gran profesor,
tal cual le prometió a su fallecido padre 3 años atrás.
Nada se podía poner en
el medio. Ahora, sólo debía secarse las lágrimas que recorrían su rostro,
porque un día regresaría con la frente en alto para enseñar en la misma escuela
que lo vio dar sus primeros pasos. De esta manera, podría sembrar esperanza en
otros así como lo hizo su padre en él.
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