viernes, 1 de noviembre de 2013

62 EL DOLOR DE SU AUSENCIA

Consuelo Paz

Sus ojos estaban hinchados de tantas lágrimas derramadas, mientras la brisa marina le secaba el rostro, ella seguía lamentándose por su ausencia. Sentía el alma destrozada, vacía, libre de fuerzas…
La desesperación la hizo presa del dolor, y corrió por la playa de Lebu, hasta que sin darse cuenta llegó horas más tarde a la caverna de Benavides, ese lugar lleno de historias de Vicente,  de grutas que escondían sus tesoros, de festivales de cine en este tiempo presente.
 Fue tanto el llanto, que el aliento le faltó en los pulmones, quedó en el piso acurrucada hasta que se durmió de la tristeza.

Apareció luego de un tiempo en la Isla, ya no lloraba, solo sonreía, solo escuchaba su risa y de pronto la voz de su amado que venía dulcemente a abrazarla. Giró para verle, y estaba sonriendo para ella, sellando con un beso el despertar de una pesadilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario