Olindo
Nada dura lo suficiente. Los estadios de
libertad son fugaces, aunque la razón
viva presa de sus convicciones.
Inocuo como el amor y sólido como la
certeza de no poder olvidarte.
La pieza es grande y las paredes preguntan.
Evado ese abismo y camino rumbo al puerto pero no consigo alejarme. Después de
todo… ¿Dónde escapar si soy yo quien no puede encontrarse?
Una servidora sale al cruce y se ofrece
pero negocio mi desaire con el último cigarro que habita el bolsillo. Aturdido,
inhalo la bruma asmática que transpira la noche.
En
la orilla. No tengo la suerte de llorar, mis pupilas hicieron horas extras.
El pescado del balde ya no salta, el amanecer
trae la carga de otro día. En el borde hay silencios que se escuchan.
Una
vida me separa de sus besos y un paso del Río Lebu que abajo espera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario