lunes, 4 de noviembre de 2013

67 SEMANA DE LAS PLAYAS

Salvador Peña
Tomó mi mano, en su muñeca llevaba una pulsera de flores. Sin mirarme caminó por la arena, yo detrás como un niño. Nadie nos veía, mi mano comenzó a sudar y la sal se juntaba en mis labios. Mientras nos acercábamos a la cueva mi corazón latía más rápido. El sol con sus naranjos tonos hizo de velo, volviéndonos invisibles. Ni Benavides tuvo un tesoro más grande como esa perla, con esos labios y esas caderas recién descubiertas. Ese año ella sería la reina. Lo supe cuando el bus, en el cual volvía a mi pueblo, pasaba frente al escenario. Quise bajarme, pero el destino lo impidió. Volví a mi asiento y con un suspiro descargué mi ansiedad.

Ya estoy viejo, lo sé. Pero jamás olvidaré ese primer amor, allá en las suaves arenas de Lebu.

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