138.
“Mariposas en Lebu” por Felicigab
Anoche, doña Inés ha vuelto a quedarse dormida
con las pantuflas puestas y las ganas de ver a sus nietos en los puños del
alma.
El día de hoy la recibe temprano con la
incertidumbre como única certeza y ella se dice, naturalmente sin demasiada
convicción, que tal vez esta tarde lleguen a Lebu para cumplir con aquella
promesa añeja que no hace más que desdibujarse de a poquito.
Y con ese extraño apuro de quien recién se
despierta, arrastra los pies rumbo a la cocina.
Lleva los ojos semiabiertos intentando atravesar la oscuridad sin
llevarse por delante a su propio mal humor, ese que la soledad y la desilusión
le tejen, con sus garras, en los párpados.
Otra vez se ha olvidado de cerrar la ventana y
ahora las paredes grises están cubiertas de colores.
A diferencia de sus nietos, las mariposas
siempre recuerdan cómo volver a casa…
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