132. “Añoranza muda” por Rocío Miela
-¿Le puedo ayudar en
algo?
La excesivamente
abrigada señora de edad frente a él respondió algo inaudible.
-¿Disculpe? –se
justificó el bibliotecario, a lo que ella replica con el mismo tono bajo de voz. Debe estar
resfriada, pensó, recordando las heladas de esa semana.
-¿Desea leer un libro?
Ella asintió y, tras una
vacilación, con su mano enguantada apuntó a la palabra ‘ciudad’ de un libro en
un estante y luego a sí misma.
-¿De su ciudad natal,
quizás?
La señora afirmó
sonriendo.
-Mh, le buscaré un map…-
un gesto de ella lo interrumpe y, en
cambio, le señaló animosa
que recapitulara. Confundido, le obedeció:
-Le… busca…
Con un pequeño salto
volvió a detenerlo y moduló marcadamente: ‘Le…’
El bibliotecario, con
una carcajada, captó:
-¡Lebu!
Ella sonrió asintiendo
con un semblante de nostalgia.
Él le ayudó hasta verla
desaparecer por la puerta con su libro arrendado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario