094.
“El yesero” por Tomás Lobo
De un rincón de la costa de Lebu, partió un bote
hacia la mar. Uno remaba sin descanso, el otro preparaba los aparejos para la
pesca. Cuando ya se hallaban unas millas adentro, el Yesero, como le llamaban
en el pueblo, tomó la potente caña preparada para la ocasión, y arrojó la línea
con fuerza. El mar estaba calmo, reinaba el silencio. De un momento al otro, la
línea se tensó. Arqueó rápidamente la caña, casi perdiendo el equilibrio ante
el tirón que sintió a continuación. Luego de seis horas y ocho minutos de lucha
intensa, controló al animal. Su colosal silueta bajo las aguas anunció que
tendrían que acarrearlo.
Sobre el techo de una cabaña, el enorme
esqueleto de la reineta más grande que haya sido vista, hace sombra a los
curiosos que pasan por allí. He aquí el origen de la frase “si hay duda con el
hueso, debe ser yeso”.
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