116. “La visita” por Marina Ovalle
Mi reflejo en sepia se entremezcla con la vista que tengo
camino a Lebu. El auxiliar me examina las piernas descubiertas, no me incomoda.
Noto que su perfume es el mismo que usabas tú. Que agradable es cerrar los ojos
y tenerte un poquito más cerca, aunque al abrirlos te me pierdas. Tan perdida,
pobre ilusa. Persiguiendo un recuerdo ajeno: voy a visitar las cuevas que me
nombraste el día que nos conocimos. Me
gasté mis pocos pesos para venir y pisar del suelo en que aprendiste a caminar.
Quiero respirar ese aire a infancia. Entre los ecos de mi voz ajada buscaré tus
propias palabras. Que me querías, que juntos visitaríamos este pedacito de sur
que fue tu casa… Vamos llegando me dice el perfumado. Absorta en mi propio
reflejo, me veo tan perdida a pesar de saber que ya estoy exactamente sobre
Lebu.
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