Después de incontables
días de extenuante viaje, trasladado por algún descendiente perdido del titánico
y fuerte Mocha Dick, un cachalote albino que era capaz de hacer naufragar
pequeñas embarcaciones; por fin desembarco en las costas de la Isla de Mocha.
Elegí esta isla porque hasta el mismísimo Francis Drake o cualquier otro
legendario pirata lo hubiera hecho si estuviera en mi lugar. Miro a mi
alrededor con cautela y cavo la arena apresuradamente. Nadie tiene que advertir
que entierro un cofre pequeño con un gran tesoro en su interior. No es un
tesoro cualquiera, no es oro ni plata; es el corazón de mi amada y la he traído
hasta estas tierras tan lejanas, donde nadie me la volverá a quitar de nuevo. Ya
casi finalizo, cuando en medio de la vegetación distingo a un hombre vestido
completamente de negro. Es Lucifer... y seguramente que esta fría noche está
buscando un alma para llevárselo con él.
Ojitos
Demasiado.
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