Tomás era tranquilo que jugaba
siempre solo. Tenía 7 años. Se acercaba caminando a río Lebu para tener contacto
con el agua. Le dedicaba días enteros a observarlo y comunicarse con su
inmensidad.
Un día tomó una carretilla de su
padre y se dirigió al río. Cogió bastante arena en la carretilla. Llegó a su
casa, la descargó en una muralla. Trazó un pequeño camino en la arena, y pensó
“esto será un río que caerá de la montaña”. Al lado, hizo un camino solo de
tierra, puso velitas a cada lado imitando faroles, autitos pequeños y ramitas
imitando árboles y una manguera para abastecer de agua el río. En la noche
prendió las velitas como faroles. Sus padres observaron su trabajo, era una
montaña iluminada con un río hermoso lleno de árboles y autos subiendo y
bajando de él. Estoy en la cima de esa montaña enviando el agua para todos,
dijo a sus padres.
Rey Arturo
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