Viejo, encorvado, de caminar lento va Juan, a esperar su final,
imitando la tradición de los elefantes cuando sienten que la muerte los acecha,
para no convertirse en una carga familiar.
Entre sus harapos había escondido un poco de
dinero, para viajar a su último destino:
la Isla Mocha, al considerarla lugar
sagrado para el descanso de su alma, pero antes quiso estar en Lebu, no recordaba: ¿a qué edad? ¿Dónde? ¿Con quién? pero si recordaba que un día
estuvo ahí, el lugar más lindo visto en sus 95 años de vida, tierra escogida
por Dios para los indios Mapuches, donde él, un día antes de partir hizo una promesa, de regresar pero
ahora no sabía a qué, porque sus
recuerdos no le respondían. Lerdo y aquejumbrado iba de un lado hacia otro hurgando
sus pensamientos. Al ver un letrero que
decía, calle Esperanza, sus recuerdos flotaron como por arte de magia.
JERO
Isla Mocha es parte de Lebu y en tu texto lo haces ver cómo si fuesen lugares aparte cuando dices: "Isla Mocha, al considerarla lugar sagrado para el descanso de su alma, pero antes quiso estar en Lebu"
ResponderEliminarExcelente, me gusto
ResponderEliminarMuy bien excelente
ResponderEliminarExcelente relato
ResponderEliminarMe encanta este relato
ResponderEliminarMuy original, el anciano sólo necesitaba una señal, para recordar su pasado. Felicitaciones.
ResponderEliminarLindo, poder cumplir nuestros sueños antes de irnos al encuentro con Dios
ResponderEliminarInteresante esta muy lindo
ResponderEliminarEsta muy lindo
ResponderEliminarInteresante,me recordó una lectura sobre el cementerio de los elefantes, ya viejos se apartan de La manada para no causar problemas.
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