Aquel verano
del 2017, cansadas de tanto caminar con mi hermana, por la Plaza de Armas, sin
levantar la cabeza, respirando la armónica tranquilidad que se vive en la
ciudad de Lebu, recuerdo cuando quise
apoyarme y coloque mi mano en un tubo de
acero, grande y helado, mis ojos quedaron estupefactos cuando comenzaron a
revisar y grabar el hermoso tallado que había en ese perfecto cañón, jamás
visto antes, quise pasar mi mano para sentir el arte, quise impregnar cada
relieve, delicadamente esculpido de ese cañón; pensé y sonreí, como algo tan
sutil puede ser parte de algo tan denso.
Claude
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