Pasada la
medianoche, en las entrañas de las cavernas de Benavides, como Jonás dentro del
gran pez se encuentra Dany, fugitivo de la ley. Sentado en la helada roca,
inmerso en la oscuridad de la cueva, piensa en su hija; miles de emociones lo
envuelven, caen lágrimas, se rasca la barbilla, mira hacia el suelo, medita
sobre su miserable vida.
-Estoy
"jodío"- se deprime.
-Me
gustaría encontrar el tesoro del cabrón de Benavides-.
Imagina
como sería encontrar dicho tesoro; luz resplandeciente, seres de otras galaxias,
extracción de energía del subsuelo.
-¡Mierda! ¡Veo
aquel preciado tesoro! ¡Mi vida cambiaría!- continúa imaginando. De pronto
aparece una luz, pero no es la de un ser intergaláctico, es la luz de las
linternas de los policías que lo encuentran.
-"Donde
esté tu tesoro allí estará tu corazón"- reflexiona Dany.
En ese
momento entiende que hay cosas que ningún tesoro puede comprar.
C. H. Towers
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