martes, 14 de enero de 2020

052.- EXPLOSIÓN A BORDO


Sentada en aquel bar de Lebu, el momento se acercaba. Me tomé una segunda y hasta una tercera copa. No quería arrepentirme en el último momento. Miré de reojo el dispositivo parpadeando dentro del bolso y lo acaricié suavemente.
Estaba harta de mi marido, llevaba años maltratándome y engañándome con otras, pero nunca había tenido el valor de denunciarlo. Durante meses lo preparé todo minuciosamente, cada minuto, cada segundo, no podía quedar ningún cabo suelto. Esa mañana había colocado en el yate  los mini-detonadores que, accionados por control remoto, provocarían un cortocircuito y posteriormente una explosión. Seguí esperando pacientemente y cuando me llamó con la excusa de siempre, pulsé el botón.
A lo lejos, se escuchó un estruendo y comencé a divisar una nube de humo por las cristaleras. Salí del local y me puse la chaqueta, estaba empezando a refrescar.
Cielo azul

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