— Qué aburrido todo — soltó un suspiro el pequeño
mientras se reposaba en la arena.
Para ser un niño de tan solo ocho años dependía
mucho de la tecnología. Ambos padres se miraron entre sí y observaron a su
hijo. Hasta que a la madre (como dirían por ahí), se le "encendió la
ampolleta".
—Cristopher, ¿sabías que hace mucho un señor enterró
un verdadero tesoro aquí en este lugar?— el oji-verde se levantó con
emoción.
La madre solo rió y le hablo sobre que en las noches
de Luna llena y marea baja en la caverna Benavides se decía que se podía
encontrar aquel botín.
Después de todo no era tan aburrido como Cristopher
decía.
Dominique
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