Y llegué a un pueblo abierto al mar, abatido por la espuma blanca y por el halo del negro carbón. Con casas pequeñas y gentes grandiosas. Atentos al visitante, que pregunta por las luces naranjas que lo alumbran de madrugada.
Tierra de historias y de leyendas... Toros que braman en la noche y cruces en el mirador del cerro. En la playa, el fantasma del ilustre montero, busca refugio en su caverna.
Ojos de sorpresa al descubrir, entre las sombras, a los indios mapuche que atraviesan el Leufu con sus barcazas de humo.
Manos negras y alma blanca, amada por el folclore que te nombra con orgullo, terrón de luchadores, de arte y de cine.
Lebu, hoy te dejo en la distancia, después de conocerte y entre el polvo de la carretera me despido con un sentido, "hasta siempre".
Glosol
Muy emotivo ... me encantó!
ResponderEliminarMuchas gracias Mariana.
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ResponderEliminarTodo un lujo poder participar en este homenaje dedicado a LEBU.
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