Cuenta la leyenda que los organizadores del Festival de Cine de Lebu, tras la última proyección de la última cinta del último festival organizado, encontraron de manera fortuita e inesperada el legendario tesoro de la Caverna de Benavides. Estaba escondido en una pequeña abertura de una gran grieta al fondo de una de las galerías acondicionadas para las proyecciones. Y lo encontraron únicamente porque una simple palomita de maíz rodó hasta allí. Lo demás, es historia; o más bien leyenda.
Lo que no cuenta la leyenda son las apariciones de un indio mapuche ancestral que desde entonces frecuenta todas las proyecciones del festival en turno. Nadie le ha preguntado su motivo para aparecerse por razones obvias (exceso de miedo), pero su gesto adusto respecto al manejo de las finanzas en el lugar hace pensar que vela por el buen aprovechamiento del tesoro en pro de las próximas generaciones de cinéfilos.
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