Existían diferentes maneras de devolver al tiempo, el tiempo perdido. Fue aquella foto, de aquel verano que pasamos en Lebu, que encendió en mí ese espíritu nostálgico. Apuré una sonrisa, sosteniendo tembloroso la foto ante mí, antes que le ganara la carrera una primera lágrima. Tu mueca, la mirada perdida al piso y esa sonrisa agridulce captaba en perfecta precisión todo el daño que nos habíamos hecho con todo el amor que sentíamos uno por el otro. Vos querías algo más de la vida, y yo, atando cabos y desvelándome noches enteras, caí en la cuenta de que no me había convertido en el hombre que esperaba ser. Todo tu amor para todo mi desvelo. Lebu se llevó la última gota de inocencia que a alguno de los dos podía quedarle. Y es hoy que me encuentro, varado en tu recuerdo, rememorando con estas fotos; amor, necesito de usted todos sus momentos.
Julio Álvarez
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