Ya se cumplía el plazo y el momento que aquel hombre había estado soñando se estaba acercando fugazmente. Aún recordaba aquel cobrizo atardecer, en donde aquel viento parecía abrazarlo y mecerlo suavemente como augurando su temprana despedida. En donde transitaba por finos caminos desconocidos, pero esperanzadores, caminos llenos de dudas, pero también de oportunidades, las cuales sólo él conocía.
Ahora el camino de retorno se ensanchaba frente a él, entregándole nuevas visiones de un todo y recibiéndolo dichoso. Ya no tenía miedo de volver a sus orígenes, los cuales muchas veces parecían perdidos y olvidados. Ahora su esencia peregrina se mezclaba fuerte con su madre tierra recorriendo y admirando las calles de un Lebu trasmutado para sus ojos, pero de una belleza imborrable. Ahora transitaba por las mismas que lo vieron partir hace treinta años atrás, las mismas que lo vieron volar, pero jamás olvidar.
Diego
Labarca
No hay comentarios:
Publicar un comentario