viernes, 24 de febrero de 2017

109. SÓLO LOS DE MADERA FLOTAN LIBRES

El pequeño velero montado en una ola, dibujo sencillo, casi infantil, que acompañaba el rayado en los muros exteriores en los muros exteriores del recinto de Vialidad, tuvo que hacerse lugar entre otros grafitis y mensajes oxidados y semihundidos para hacerse a la mar en ese océano vertical, rojizo e irregular que acababa abrupto en una esquina (como los mares en las mentes de antiguos navegantes).
Velero, ola y mensaje, trazos de pintura blanca en medio de un mar de ladrillos sobresalientes y estucos descascarados, oteaban el vaivén de sólidos transeúntes de vista fija y derrotero incierto; estos aparecían como puntos indeterminados cerca del mercado, surcaban lenguas de taxistas y microbuseros y se perdían en un horizontes de casas humeante que a su manera insinuaban el cielo.
Hoy ahí, sin haber borrado nada, un color aplanado lo ha cubierto todo. Mas no será el primer barco que en estos mares reaparezca cuando la tierra olvidada recupere sus dominios.

J.O.C. Erick


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