viernes, 24 de febrero de 2017

131. DEBE MIRAR HACIA EL MAR

Llegó con inusual escándalo. Perturbadoras sirenas y hombres de gafas negras lo secundaron. Un tímido mar de pañuelitos blancos le dio la bienvenida. La plaza contuvo a todo el mundo que llegó a saludar a tan ilustre visitante, y se debe ser enfático en aquellos de "todo el mundo", porque aquel que no hubiese asistido, hoy no estaría para contar el cuento.
Mientras ascendía por las gradas de la gobernación, el color oliva de su uniforme, definitivamente, desentonaba con el verde circundante, que abrazaba el mediodía apacible del pueblo.
El hombre se volvió hacia la multitud. Ésta quedó estática, expectante, temerosa a sus palabras. Finalmente, seis fueron los vocablos empleados en su mediático discurso: "Lebu debe mirar hacia el mar". Luego ingresó al edificio donde lo esperaba la crema y nata de la sociedad local.
Hasta hoy, muchos se preguntan qué quiso decir el caballero con esa enigmática sentencia.

Corazón de piedra



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