Como de costumbre, Martín y sus amigos caminaron a casa al salir de la escuela. Martín siempre terminaba el trayecto solo por ser el que vivía más retirado; sin embargo ese día decidió cambiar de ruta y enfiló por un sendero empedrado que lo condujo al cementerio. Casualmente desvió la mirada al interior y vio a un anciano sentado que miraba las lápidas, no le dio importancia y siguió su camino. Al día siguiente volvió a pasar por el cementerio, el anciano permaneció en el mismo sitio, concentrado en admirar las lápidas. Al tercer día Martín se atrevió a cuestionar al anciano en su afán por descubrir qué pensaba. El anciano le respondió que la ciudad de Lebu le había parecido desde su llegada el lugar ideal para morir y eso esperaba. Martín agitó la cabeza y alegremente le dijo:
–Vive mientras tanto y disfruta de ser lebulense. Ven, la ciudad te espera.
Arsellus
Muy bueno, da alegría. :)
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