Como buscador de tesoros mi ambición me llevó a Chile, tierra pródiga en metales preciosos e historias deslumbrantes. Siguiendo el rastro de mitos y leyendas llegué a una ciudad costera. Desde la plaza de armas recorrí sus calles buscando la parte alta del poblado. Al llegar al mirador, observé el río, el valle, las playas y las míticas grutas donde según los dichos Vicente Benavides escondía sus tesoros. ¿Dónde estarán esas riquezas? Por horas me extasié con aquel paraje, en silencio, pensaba cómo habría sido la estrategia, cuál el mejor lugar para ocultar tesoros tan valiosos. Con la puesta de sol las sombras se alargaron, las playas de arenas blancas mutaron de color, el carbón de las minas convertido en noche cubrió con su manto el resplandeciente oro del sol y el fino brillo de la plata fundida en la espuma del mar. Así descubrí el verdadero tesoro de Lebu, sus paisajes.
Mahuda
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