La última vez que Pedro Neira tuvo un sueño se cayó de la cama de la emoción. Gateó unos metros y luego que su cabeza chocara con la puerta de su habitación despertó agitado y gritando –Yo las vi primero.
Cuando se dio cuenta que sólo estaba despierto, en el piso y confundido, se sonrió. –Tan sólo fue un sueño –dijo mientras recordaba a su abuelo contar historias de minas de carbón en Lebu–Eran épocas espléndidas. Los yacimientos inmensos y se exportaba el mineral a todas partes del mundo–, narraba su abuelo. Pero el tiempo pasa, los pasos van, los hechos y las palabras siguen su trecho normal. La economía del carbón se diluyó. Desde entonces, Pedro sueña que bajo esas minas encuentra numerosas vetas de oro dispersas a lo largo y ancho de Lebu, como único antídoto para que su pueblo retorne por el camino de la felicidad.
Niusas
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