miércoles, 22 de febrero de 2017

096. MUJER DE MINERO

Gustaba recordar sus días en el carbón, siempre decía que Lebu producía el mejor, e imaginaba que una de sus paladas llegaba a la misma Inglaterra, quizás a los hornos de la Reina. Quiso seguir la tradición familiar, siempre ligada a la actividad, era de picota y pala para tomar lo que habían dejado las excavadoras, para después ver satisfecho las vagonetas llenas dirigirse hacia arriba. Amaba su actividad, "como minero carbonífero, soy pura sangre", solía decir. Sin embargo, al finalizar cada jornada, sufría una mutación que lo mostraba de una manera especial, se preparaba para encontrarse con su amada; la ansiedad hacía que el tiempo se alargara como los túneles de la mina, y que terminaba cuando sus encallecidas manos acariciaban su rostro, siempre sonriente, ajado por los años, pero que cuando lo miraba con sus ojos profundos y negros, como el carbón de Lebu, agradecía a esa tierra habérsela dado.

Tercio







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