sábado, 10 de marzo de 2018

121.- EUYIN, EN LEBU

Envuelto en su traje de luces y colores, en un otoño que acollara hojas amarillentas en el piso, mientras el sol con sus lenguas doradas cae sobre la ciudad, Euyin llega al Cementerio de Lebu.
Con su gallardía y donaire de artista circense camina entre las sendas del campo santo, se detiene, se persigna ante cada lápida, ante cada nombre, imagina cada vida y su historia.
El más grande de los payasos y acróbatas del mundo, con su cabeza apoyada en el paredón llora frente a la tumba de su amada, siendo fieles testigos de este momento las aves rapaces, tiesas, mudas apostadas en las cúpulas de los panteones.

Lebú  vió reir a Euyin, en el escenario de su ciudad; Lebú vió llorar a Euyin, en su cementerio.

Baldomero Ria

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